miércoles, 3 de junio de 2015

Rayos de sol.

Siempre estará en el centro de todos los debates, discutiremos sobre el tema para luego después intentar auto-convencernos de que teníamos razón. Y si, el amor existe, ese amor que es puro fuego avivado con gasolina, que nos mantiene en vela aún cuando la llama ya se ha apagado y la cera se ha consumido, pero en realidad el amor es como el sol, estable casi siempre, dormido, dando el calor justo cada día, sin darnos soluciones a los problemas, ni problemas cuando pensamos que ya está todo solucionado. Hasta que alguna mecha se enciende o alguien pulsa un botón, y todo se activa, y ese sol crece absorbiéndolo todo, haciéndose lo más grande, lo más importante, convirtiéndose en una gigante blanca para luego con el tiempo, los engaños, la desconfianza, los miedos o los celos se acabe apagando y se vuelva una enana marrón.

Os recomiendo que aún así os enamoréis, que no le tengáis miedo, que lo aprovechéis, que no perdáis el tiempo, porque cuando el amor surge es el instante que precede al momento en que aquella gigante blanca se empiece a contraer para volverse la enana marrón, pero aún así debéis dejaros llevar por su fuerza gravitatoria, por su onda expansiva, y sobre todo aprovechar cada segundo besándola lento para aprovechar mejor el tiempo. El amor es como el sol porque siempre está ahí sin darnos apenas cuenta, y porque cuando crece es solo el inicio de su extinción. Yo siempre la dije que era todo un solete y como me jode haber vuelto a tener razón.

Hemos aprendido a amar los rayos de sol, a vivir con su calor, y eso está bien, pero es importante aprender a querer los periodos de su ausencia, y a la luna por consiguiente, porque recordar que el amor siempre acaba como el sol, apagado. Por eso, debemos aprender a vivir con tan solo la luz que nos llega cuando la luna hace de espejo de los rayos del sol, dándonos tan solo su reflejo, como la noche nos hace recordarla, haciendo de espejo del amor.


@RubenCalvo8

No hay comentarios:

Publicar un comentario