lunes, 23 de marzo de 2015

Sentir sin ti.

Es como sentirte imbécil por volver a pensar que quizás está vez si es a ti a quien echaba de menos, por darte cuenta de que debiste creerla la primera vez que te dijo que nunca pasaría, por saber que lo que paso ayer y que siempre querías mejorar, es lo mejor que puedes encontrar.

Es como sentirte confundido por no saber que pasó, si fue culpa tuya o mía o quizás de los dos, como quedarte con esa duda de si podrías haber hecho algo más, por no saber si es porque, al final, se canso de mediar con el loco de los “te quieros” improvisados.

Es como sentirte nostálgico por no haberte atrevido a intentar ese beso con el que soñabas, por no saber si habrá otra oportunidad u otro momento en que te vuelvas a pedir que te quedes un rato más, por saber que has desperdiciado esa segunda oportunidad que pediste sin hablar.

Es como sentirte cansado por no poder parar de pensar que no hay más amor más allá de esos labios que te quedaste sin probar, por no saber porque el destino nos volvió a juntar para hacerme de rabiar, por no ser capaz de comprender que yo solo fui un amigo más.

Es como sentir sin ti.

lunes, 16 de marzo de 2015

Me sigues apeteciendo.

Como en los buenos tiempos, cuando nos queríamos, aunque nunca fuera al tiempo y ni tan siquiera de la misma manera, cuando nos decíamos todo lo bueno que teníamos y no hablábamos de nada malo, y no porque no lo guardáramos para nosotros, si no porque simplemente no había nada malo que decirnos. Cuando se nos hacía difícil no saber qué tal le había ido el día al otro, o no contarle aquello que nos preocupaba, cuando hacíamos tonterías de cosas serias, y cosas serias de nuestras tonterías. Cuando éramos algo, no sé el que fuimos, pero lo fuimos.

Como en estos malos tiempos, en los que tú ya te has cansado de tenerme ahí al lado, en el que ya no te apetece mirarme. Como ahora que eres el peligro de que todo se me caiga con tan solo un par de palabras de reproche, ahora que parece que tu indiferencia se empeña en presentar batalla incluso en mi retirada. Como ahora que pensaras que sigue el tonto con su tontería. Como ahora que somos menos que antes aún nunca habiendo sido nada.

Y no sé si lo mejor es volver a los buenos tiempos o seguir con estos malos, no tengo ni idea pero es que, joder, me sigues apeteciendo.

martes, 10 de marzo de 2015

Besos a la fuga.

Él se encontraba en el camastro dormitando pensando en ella, en cuanto la echaba de menos, en cuanto iba a pasar hasta volver a tenerla entre sus brazos, estaba calibrando la distancia que los separaba. En resumen, estaba, como siempre, pensando en ella hasta que escucho unos pasos que se acercaban por el pasillo de la galería y que cesaron al llegar a su celda. Él levanto la vista y vio que era el carcelero y entonces se incorporo con una sonrisa de la cama mientras el carcelero le confesaba aquello que él ya sospechaba –Tienes visita, le dijo entre dientes con una media sonrisa. Él le miro con una duda en la cabeza, el carcelero se dio cuenta y asintiendo con la cabeza le dijo en voz baja –Si, es ella.

Ambos tanto carcelero como recluso recorrían aquel pasillo que separaba su modulo con el edificio de visitas. Al llegar ya allí el carcelero le dijo –Tienes 30 minutos, ya lo sabes. Él asintió solamente con una sonrisa. El carcelero lo acompaño hasta la silla y después se alejo para dejarlos intimidad. Él se sentó y la dijo –Hola, sabes que estaba pensando en ti hace un momento. Ella le devolvió el saludo fríamente con un hola y bajo la mirada, él al darse cuenta de que aquella visita no era puramente eso, le pregunto – ¿Qué te pasa? ¿Te ocurre algo?, ella alzo los ojos lentamente hasta colocarlos a la altura de los de él y le contesto -¿Cómo que si pasa algo? ¿Aun no te has dado cuenta? Tu estas aquí y me has dejado sola, y yo no puedo estar así. Él la corto intentando intervenir y la dijo tartamudeando sin saber bien que decir – Pe… pero será solo un tiempo, cometí un error pero lo… ella lo corto con furia –Lo solucionaras ¿verdad?, claro que lo solucionaras pero solo hasta que la vuelvas a cagar, no te das cuenta de que tu cometes errores y yo también los pago. Y entonces paro esperando su respuesta, él se limito a intentar tocarla la mano con las suyas pero la cadena que unía sus esposas a la mesa no se lo permitió e hizo que sus manos se quedaran a un par sentimientos, ella con los ojos llorosos le dijo –Lo ves, esto es lo que pasa. Que yo duermo sola todas las noches porque tu decidiste equivocarte otra vez, y yo ya no puedo esperarte más, no, esta vez no. ¿Sabes? Lo peor es que esta noche volveré a esperarte toda la noche hasta que me quede dormida y tú no podrás venir, soy así de tonta, pero prometo que esta va a ser la última noche que pase llorando porque no estás. Acabo de decirlo se levanto y cuando ya se había dado la vuelta para marcharse giro la cabeza para mirarle y le dijo –Adiós. Él que se encontraba aun sentado en la silla no pudo decir nada, bueno al menos ella no consiguió escuchar nada porque su adiós fue un susurro, unas de esas palabras que salen sin que quieras que salgan, que no quieres oír ni tú mismo, una de esas que te dejan algo cojo por dentro. El carcelero entonces se acerco y tocándole del hombro le dijo – No te preocupes, volverá. Él negó con la cabeza mientras el carcelero le quitaba las esposas que le unían a la mesa y le dijo –No, esta vez no, es mejor así, pero… Pero entonces hizo una breve pausa para decirle en voz baja y casi al oído –Tenemos que hablar.

Ya estaba anocheciendo y él conducía a toda prisa por la autopista pensando en cuanto tiempo tardarían en echarle en falta en la prisión, en cuanto tiempo le darían para estar con ella, “probablemente ya se hayan dado cuenta de que no estoy pero aun tienen que encontrarme” pensó. Conducía a toda velocidad por la autopista sin estar seguro de que estaba haciendo, pero con un objetivo claro, llegar a casa y verla de nuevo. A medida que avanzaba y que se reducían los kilómetros que los separaban sus nervios crecían, no estaba seguro de que ella quisiera verlo, y mucho menos, verlo siendo él un prófugo, pero al menos debía intentarlo, así se sucedían toda clase de pensamientos. Ya cuando vio su casa a lo lejos pensó en dejar de pensar tonterías y hacer lo que debía hacer. Y con esa decisión aparco el coche en la acera y apago las luces, entonces suspiro y bajo del coche, ando hasta colocarse frente a la puerta y allí se arrodillo y empezó a hurgar en la maceta de un planta, hizo un pequeño hoyo en la arena y extrajo una llave. Entonces sonrió para sí mismo y pensó “hay cosas que nunca cambian, tan despintada como siempre” y se acerco hacia la puerta para abrirla.

Ella estaba observando sus fotos con él, mientras dudaba si lo que había hecho estaba bien, para él, para ella, para los dos. No estaba segura de que fuera lo mejor, pero decidió pensar que si que lo mejor era separarse de él, aunque no fuera fácil… Entonces escucho como alguien estaba introduciendo la llave en la cerradura, ella se recostó apoyando su espalda contra la pared.

 La puerta se abrió y ella con la boca abierto le pregunto - ¿Que que haces tú aquí?, él la sonrió con cierta preocupación y le contesto –He pensado que ya que esta va a ser la última noche que estés pensando en mi, podríamos pasarla juntos. Él avanzaba hacia ella con pasos cortos pero firmes mientras ella que aun no se lo había terminado de creer le pregunto –Pero la policía, tu estas en la cárcel ¿Cómo?... Él la corto cuando ya se había colocado frente a ella y agachando la cabeza por la vergüenza dijo – Eso ahora no importa, no tenemos mucho tiempo. Él volvió a alzar la cabeza justo a tiempo para ver como la mano de ella se dirigía a su cara para darle un guantazo. Él se quedo con la cara ladeada por el impacto unos segundos porque aun no se atrevía a mirarla de nuevo a los ojos, cuando se armo de valor para hacerlo la vio sonriente y ella le dijo –Esa porque estás loco y qué demonios porque te lo mereces, esa y otras cuantas más, pero bueno si es verdad eso de que tenemos poco tiempo, hizo una pausa mordiéndose el labio para acabar diciendo - Sera mejor hacer esto. Ella entonces le beso y le volvió a decir eso de que estaba loco, pero esta vez en un susurro y en la oreja como si fuera una confidencia, algo suyo y solo suyo que nadie los podía quitar jamás.

Fueron unas horas que ocurrieron en sola habitación pero pasaron tantas cosas en tan corto periodo de tiempo, en tan poco espacio, que hay personas que incluso con una vida juntos no podrían entender. Aquella cama que se convirtió en su patio de recreo y aquellas sabanas en su escudo para olvidar lo que ocurría en el resto del mundo, aquella luz que daba la lamparita de la mesilla en la mejor guía para que ambos se encontraran los labios, en el mejor espejo posible para que ambos vieran sus miradas de “ojala esto fuera eterno”.

Pero, como ambos sabían, aquel momento no podía ser eterno y unos golpes en la puerta se lo recordaron y justo después oyeron aquello que ninguno de los dos quería oír. Él dejo de acariciarla el pelo y la dijo – Ya están aquí. Se levanto para ponerse los pantalones y entonces volvió a oír aquello de “policía, sabemos que está ahí dentro, está rodeado, salga con los brazos en alto”. Él ya vestido la miro y la beso por última vez, cuando él iba ya a abandonar la habitación, se dio la vuelta y la dijo –Esto no debe cambiar nada, te mereces ser feliz y conmigo, bueno ya sabes.... Ella asintió con la cabeza y le dijo –Adiós… y luego dijo algo en voz baja que él no consiguió escuchar, aunque la verdad es que no le hacía falta para saber que era. Cerró la puerta de la habitación y se acerco a la puerta que daba al exterior hasta que ella repitió con un grito – Te quiero. Ella salió de la habitación y se abalanzo sobre él para abrazarlo y llorando repitió – Te quiero, te quiero, te quiero. A él que también le salían lágrimas de los ojos la dijo – Yo también a ti, pero debo irme, y esta vez para siempre.

Entonces se dio la vuelta y salió con los brazos en alto y avanzo por el jardín acercándose a los coches patrulla hasta que el placaje de un policía le derribo y este le coloco las esposas diciéndole –Se acabo la excursión amiguito. El policía le introdujo en el coche del carcelero que también estaba allí, él una vez dentro pudo escuchar como el policía le decía al carcelero –Ahora es trabajo vuestro, no la volváis a cagar. El carcelero asintió y se metió en el asiento del conductor para comenzar el viaje de regreso a la prisión.

Ninguno de los dos abrió la boca hasta que se acercaban ya a la prisión y él le dijo –Gracias, te debo otra más. El carcelero asintió con la cabeza y dijo –Para eso están los hermanos ¿no? Para ayudarse, bueno aunque no lo seamos del todo. Ains suspiro y continuo – Quien le iba a decir a tu madre y a mi padre que sus hijos acabarían así, uno interno y otro como funcionario de la misma cárcel, como es la vida. Además con este golpe que me diste para disimular no creo que nadie sospeche eso de que te deje salir por propia voluntad y además aun no saben que somos hermanast... El carcelero paro al darse cuenta de que él no le estaba escuchando y entonces le pregunto – ¿Ha merecido la pena? Él solo pudo decir –Si, y se quedo pensando en eso, en si realmente había merecido la pena alargar su pena por un par de horas, y siempre llegaba a la misma conclusión que no cambiaría por nada del mundo aquellas horas, aquellos minutos ni aquellos segundo.


Él tiempo paso, y ella consiguió rehacer su vida sin él, con alguien no tan loco, algo más normal quiero decir. Él cumplió su pena y salió de la cárcel para iniciar su nueva vida sin ella, una vida algo loca como era propio de él, con muchos sobresaltos, con idas y venidas, con toda esa clase de cosas que iban con él por defecto. Ambos vivieron sus vidas diferentes, cada uno a su manera pero ambos siempre guardaron un pequeño hueco en el corazón para guardar el recuerdo de aquellas horas, de aquella habitación, de aquella cama, de aquellas sabanas y esa luz de la mesita de noche, siempre vivieron con el recuerdo de lo que pudo ser y no fue, con el recuerdo de aquellos “besos a la fuga”. 

lunes, 9 de marzo de 2015

"Poesía eres tú"

Hace ya un buen rato que decidí escribir, 
como siempre, lo primero fue escoger un tema, 
y como siempre, se me vino tu nombre a la cabeza, 
pero no quiero escribir sobre ti otra vez, 
hoy simplemente no toca, 
así que antes de escribir 
hice una lista de “palabras prohibidas” 
para este poema. 
La primera era tu nombre 
y seguidas iban los “tú”, 
los “contigo”, los “conmigo” 
y para acabar el maldito “nosotros”. 
Y así entre imponerme prohibiciones y prohibiciones 
fue como decidí que hoy escribiría sobre poesía.

Y mira, aún no he utilizado las “palabras prohibidas” 
pero, ya ves, te cuelas entre las frases 
como te colaste en mi vida aquel día, 
como en cierta manera, llevas haciendo 
desde hace ya algún tiempo. 
Supongo que en el fondo, es culpa mía, 
que no sé escribir sobre la vida 
si no estás tú en la mía. 

Esto de la poesía es mucho más difícil 
si nos cruzamos una vez por semana 
y sin tan siquiera mirarnos, 
si no haces que mi cabeza tenga algo que pensar 
y mi corazón algo que sentir. 
Esto es mucho más difícil 
si no tengo cerca la poesía de tus caderas. 

Al final va a resultar que Bécquer tenía razón 
y hoy si que he conseguido hablar sobre poesía. 

Supongo, que“Poesía eres tú”.


@RubenCalvo8

viernes, 6 de marzo de 2015

"Perdona, si te llamo amor".

Siempre se me ha dado mal eso de distinguir entre la ficción y la realidad y demasiado bien eso de soñar, con ganas y grandes vuelos, pero el problema está en que hasta creo ver alas en mi espalda al despertar. Siempre me ha dado por soñar con el amor, con ese momento, y ese lugar, con esa persona que tiene toda gran historia, con momentos que te dejen sin aliento, y sin ganas de decir nada, que te pongan la piel de gallina y el corazón acelerado. Yo que soy algo raro o algo especial, que aún miro las estrellas cada noche, supongo que era de esperar que me diera por eso de soñar.

Soy muy de creer mi propia historia, de apartar lo malo y pensar que puedo con todo, soy muy de soñar incluso despierto y pensar que en aquel momento nos fumábamos la vida y vivíamos cada cigarro, aunque no sea cierto, y claro, así nos va.

Supongo, que las personas que tenemos la suerte de que nos dé por soñar debemos aprender a convivir con eso de despertar, yo seguiré practicando un poco más, pero hasta entonces “perdona, si te llamo amor”.

martes, 3 de marzo de 2015

11 de Marzo.


Él la quería demasiado como para seguir dejándola ser parte de su desastre, no podía seguir dejando que ella se quedara a su lado, él no era de fiar, era más de ir y volver, no sabía quedarse en el sitio, y aunque para él,  ella era el mejor sitio al que ir, no podía dejar pasar los días en que no quería a nadie, los días en que la vida se hace cuesta arriba de más. Llevaba todo el día pensando en cómo podría decírselo, como podría apartarla de su peligroso yo. Como podía salvarla de él mismo.

 Ella al verle algo ido en sus pensamientos le pregunto -¿Qué te pasa, estás muy serio? , él aún no estaba preparado para decirle la verdad y la dijo –Nada, no te preocupes, volvamos a casa. Ella le creyó, le quito importancia y le sonrió amargamente, una de esas sonrisas que son como si algo no terminara de encajar.

Bajaron por las escaleras del metro, sin hablar demasiado, lanzándose miradas de complicidad, hasta que el tren llegó a la estación y él la dijo solamente –Vamos. Ambos subieron al tren y se posicionaron uno frente al otro, sin que él pudiera llegar a mirarla directamente a los ojos, su vista se entretenía mirando a los pasajeros de aquel tren, a los ancianos que parecían discutir, incluso, en una chica y un chico que se miraban a escondidas. Ella se puso nerviosa al darse cuenta de que él evitaba mirarla a los ojos y le pregunto – Vamos a tu casa ¿no? , él negó con la cabeza mientras pensaba que ya era hora de dejar de ser un cobarde, no podía dejarlo para mañana porque podría ser tarde para salvarla de su desastre, de tomar esa decisión que no quería tomar, de salvarla de él mismo y finalmente la dijo – Esto no puede seguir así, te mereces algo mejor que yo, te quiero, pero no sé estar como tú te mereces, es mejor que hoy tú te bajes en tu estación y yo en la mía. Ella palideció al instante, enfadada le dijo – ¿De verdad pretendas que me crea todo eso? Si has conocido a otra sé valien… Él  la cortó al instante tocando su cara y negando con la cabeza y la dijo –Para mí no hay nadie más que tú. Al acabar de decirlo sonó el aviso del tren para que los pasajeros supieran que ya habían llegado a la estación. Él la miró con los ojos vidriosos y la dijo –Es la tuya, ya hablaremos más detenidamente otro día. Ella aún sin creerlo, salió del tren y se quedo parada tras las puertas, el tren volvió a reanudar la marcha lentamente, ella giro la cabeza para verle a través del cristal y él aún no había conseguido dejar de mirarla. Y así fue, así fue como ella y él cruzaron sus miradas llenas de dudas por última vez.

Él se sentó en un asiento libre, que acababa de dejar uno de los pasajeros,  al acercarse a otra que le había llamado por su nombre, se fijo en aquellos dos, se fijó en que aquellos dos eran los mismos que se estaban mirando a escondidas momentos atrás, el chico la decía algo mientras la alcanzaba y aunque no consiguió escucharlo todo bien, sí escucho que el chico la dijo que él aún no la conocía y que aun así ya la estaba echando de menos, que él todos los días rechazaba el directo para escoger ese tren. Él no pudo seguir escuchando porque sus pensamientos le nublaban, y aquellas escenas donde surge el amor no le ayudaban demasiado. La quería demasiado como para dejarla ir así, la quería demasiado como para obligarla a sufrir con él, ella era su todo pero su todo no era casi nada. Había algo en su interior que le decía que lo mejor era eso, salvarla de él mismo. Con toda esta nube de pensamientos, el tren llegó a un túnel que apago la luz, escuchó como aquel chico y aquella chica se besaban regalándose el ultimo soplo de sus corazones mientras él solo pudo ver el rostro de ella en la oscuridad, él la vio en la oscuridad, antes de que todo se llenara de luz.

Ella subía las escaleras llorando, pensando ¿Por qué? .Ella conocía todas sus miradas y aunque aquello que la había dicho sonaba a excusa barata, sabía que en sus ojos no mentían, subía las escaleras del metro que daban a la calle, llorando, dejando una lagrima por cada escalón, pensando en que ella estaba dispuesta a arriesgarse por él pero sobre todo con él, cualquier cosa si era con él. Al llegar ya a la calle, ella miro hacia el cielo, era un día muy soleado, y vio su rostro en la claridad de aquella mañana, antes de que todo Madrid oscureciera.

Todo había comenzado unos cuantos meses atrás pero ya se había acabado, aquel maldito día lo había acabado. Ella le echo en falta todos los días y siempre sintió que le falto ese día en que debían hablar más detenidamente, pero aquella maldita jornada condeno sus dudas a la eternidad. Él quería salvarla de él mismo y sí, consiguió salvarla, salvarla de algo más, aquel Jueves, 11 de Marzo.

lunes, 2 de marzo de 2015

Distancia de seguridad.

Odio cuando te marchas, pero odio aún más cuando regresas después de pensar que te has ido. Que lo tuyo es eso, volver y ponerme la vida patas arriba. Intento alejarme para guardar la distancia de seguridad pero tú te empeñas en no respetarla, en saltártela y decir "aquí estoy yo", en saltarte la tregua pactada. Y aunque he empezado diciendo que odio cuando regresas, la verdad es que miento, me encanta cuando regresas, cuando te quedas, cuando haces todo lo que mi cabeza me dice que no debería querer que hagas, cuando le das calor a mi invierno y sonrisas al día.

Que quiero olvidarte mientras te digo que te quedes, te digo que te quedes mientras me alejo, te digo que te alejes mientras te enamoro, te digo que te marches mientras te pienso.  No sé si estoy tiene demasiada lógica pero en estas cosas, ¿que lo tiene? Supongo que lo nuestro es eso, liarnos un poco, un mucho, un demasiado, un siempre, un no parar de pensarnos pero yo prefiero decir que es un para siempre, un sin ti no pero siempre contigo.

Mi distancia de seguridad favorita es a un centímetro de tú boca.


@RubenCalvo8