miércoles, 25 de noviembre de 2015

El amor no duele.

El profesor continuaba escribiendo formulas en la pizarra y él escribía en su cuaderno sin levantar la mirada para ver la pizarra, la levantaba pero solamente miraba a una chica sentada un par de filas delante suya. Ella si miraba a la pizarra, apuntaba lo que el profesor explicaba alternándolo con unos cuantos secretos que compartía con su compañera. Él volvió a bajar la mirada y continuo escribiendo algo en su cuaderno pero para él era demasiado complicado evitar la tentación de mirarla. Volvió a levantar la cabeza y vio como ella se reía levemente tapando su boca con la mano, él solo supo suspirar agachar la cabeza y continuar escribiendo.

Pasaron los minutos hasta que sonó la sirena que avisaba que la clase había terminado, él se levanto y se dirigió hasta delante de la mesa, ella no se dio cuenta porque seguía copiando las formulas de la pizarra, al darse cuenta levanto la mirada y él le pregunto sonriendo -¿Qué tal lo llevas? Ella junto las palmas de sus manos y las escondió entre las piernas presionándolas con los muslos y sonriendo le contesto –Pues bueno, no muy bien. Son un montón de formulas… Pero bueno ya veremos- dijo para finalizar. Él la sonrió y la dijo –Yo si quieres puedo ayud… -Se detuvo al instante al ver al chico del corazón de madera frente a la puerta de la clase. Él lo miro y retrocedió un paso de ella mientras el chico del corazón de madera lo miraba con odio. El chico del corazón de madera entro en la clase con decisión y ella entonces se percató  y se giro dejándolo a él a su espalda y mirando al chico del corazón de madera, mientras se acercaba a ella a un le dio tiempo a volver a mirar a su espalda y mirarlo a él, dejándolo una mirada de esas que esconden una gran pena. El chico del corazón de madera la saludo y la beso, la enrollo con sus brazos pasándoselos por detrás del cuello y ella lo agarro de la cadera. Mientras salían el chico del corazón de madera se volvió con la cabeza para mirarlo por última vez, una de esas miradas que esconden un gran odio.

Él se quedo de pie frente a la mesa de ella, pensando en cómo ella no se había dado cuenta de todo aún, cuando volvió en sí se percato de que todos ya habían salido al patio y que estaba solo en la clase. De repente se puso en movimiento, y se dijo en voz alta –Que le jodan-. Fue hasta su mesa y arranco la hoja en la que, durante la clase, estuvo escribiendo. La fue doblando con cuidado hasta que quedo pequeña, se acerco a la mochila de ella y arrodillándose la dejo caer en el interior del bolsillo pequeño de su mochila. Se puso en pie de nuevo soltando un suspiro, uno de esos que son como si no tuvieras vuelta atrás y salió al patio.

Ya se habían acabado todas las clases, y él estaba en la verja esperando, como siempre a que ella saliera para verla por última vez. Ella estaba con el chico del corazón de madera y cuando él los vio suspiro. El chico del corazón de madera se saco un paquete de tabaco del bolsillo de la chaqueta y la dijo –Guárdamelo-. Ella le reprocho pero finalmente lo cogió y lo guardo en el bolsillo pequeño de su mochila, al ir a sacar la mano noto algo y saco una hoja de cuaderno cuidadosamente doblada. El chico del corazón de madera le pregunto - ¿Qué es eso?- Ella le respondió –No lo sé- y empezó a desdoblarlo, él mientras tanto se puso muy nervioso contemplando la escena y susurrando –Ahora no… ahora no-. Cuando ella termino de leerla se dio cuenta como el chico del corazón de madera ya se acercaba hacia él.

Él sin saber que hacer extendió los brazos hacia el chico del corazón de madera en señal de disculpa pero cuando llego le propino un puñetazo en el ojo izquierdo, uno de esos puñetazos que son como si te golpearan con una barra de acero. Él cayó al suelo irremediablemente y el chico del corazón de madera se inclino hacia él soltándole varios puñetazos más. Finalmente, entre varios chicos consiguieron apartar al chico del corazón de madera de él. Entonces fue cuando ella entro en escena, y arrodillándose ante él le dijo – ¿Estas bien? …Lo siento- entonces se escucho como el chico del corazón de madera le dijo que a ella que ya se iban. Ella, entonces le dijo – No deberías haberla escrito- se levanto y se fue mientras se la caían las lagrimas.

Él ayudado por otros chicos comprendió dos cosas, una que aquel chico no era del corazón de madera, si no el de los puños de hierro y segunda que ningún golpe duele tanto como perder, como perderla a ella.

Ella estaba tirada en la cama, como una colilla olvidada, con la cabeza escondida con la almohada, llorando, llorando todo lo sabía, lo que quería, lo que había perdido y lo que quería recuperar. Finalmente se levanto, se acerco hacia el baño y se puso frente al espejo. Comenzó a maquillarse, poniendo especial énfasis en tapar un moratón que tenia al lado de su ojo derecho. Mientras intentaba tapar el moratón se la empezaron a caer las lagrimas mientras recordaba los años pasados, cuando ella y su marido no eran más que estudiantes de instituto, cuando ella creía ser feliz a su lado. Al final, al no ser capaz de tapárselo por completo se coloco el pelo cuidadosamente para que se lo tapara. Y entonces mirándose al espejo, suspiro y se dijo –Soy fuerte-. Entonces, cogió su chaqueta y salió a la calle.
   
Ella deambulo durante un par de horas sin rumbo por las calles, hasta que se quedo detenida frente a un edificio y suspirando se decidió a entrar en él. Al entrar se quedo parada admirando el ajetreo que había en aquella comisaria. Entonces, una mujer vestida de uniforme le pregunto -¿Puedo hacer algo por ti? Ella asistió con la cabeza y siguió a la agente hasta la mesa que la indicaba con el brazo. Ambas se sentaron, cada una a un lado de la mesa y la policía la dijo- Cuénteme- entones ella se le comenzaron a caer las lagrima, esas que hace tiempo que se la deberían haber acabo y comenzó a hablar.

Él condujo a un hombre esposado hasta el coche y le introdujo en él mientras le decía –La próxima vez te lo pensaras dos veces antes de vender tu mierda frente a un colegio. El hombre esposado no dijo nada, y él mirando a su compañero le dijo – Vamos a llevar a esté a comisaria. Su compañero asistió con la cabeza y ambos montaron en el coche.

Dejaron el coche en el aparcamiento de la comisaria y él se dirigió hacia la comisaria mientras su compañero lo seguía arrastrando al hombre esposado. Al llegar al hall de la comisaria, el policía de la entrada le pregunto a él - ¿Qué traes? Y él mirando al hombre esposado le respondió –Un tío vendiendo droga frente a un colegio. Él al entrar en la comisaria se quedo parado, parecía congelado por dentro pero en realidad donde estaba helado era dentro de él mismo. Una compañera suya que iba hacia la fotocopiadora al verle mirar a la mujer que ella misma estaba atendiendo le pregunto -¿Qué te pasa? -Él volvió sobre sí mismo y sin dejar de mirarla la contesto -¿Qué la pasa? La policía la contesto –Violencia de género, otra más dijo para concluir.- Ella mientras tanto seguía absorta en sus pensamientos, sin ser consciente de nada de lo que sucedía a su alrededor, simplemente miraba una grapadora que había en la mesa sin pestañear, simplemente pensando. Él se dio cuenta de que su compañera llevaba la denuncia en la mano la dijo – Tomate un descanso, yo me encargo, la conozco.- Él sin esperar la respuesta le quito la denuncia de las manos y se acerco hacia la mesa en la que ella estaba sentada. La policía a pesar de no estar demasiado conforme no le dijo nada.

Él se sentó en una silla frente a ella y mirándola la pregunto- ¿Qué te ha pasado?- Ella levanto la cabeza para mirarle a los ojos y entonces se dio cuenta –Eres tú ¿Qué haces aquí?- Él la sonrió y la respondió -Trabajo aquí, ¿Quién ha sido?-  Ella se quedo callada por un momento y avergonzada le contesto –Al final nos casamos, unos años después de acabar el instituto, al principio todo iba bien pero no sé… hace algún tiempo cambio… realmente él no es malo, solo qu..- Entonces, él la corto cuando a ella se le empezaron a saltar las lagrimas diciéndola - Para-  Él se acerco a la silla donde ella estaba sentada e inclinándose la dijo mientras apartaba el pelo que tapaba el moratón –No es necesario que me des más explicaciones, no debes sentir vergüenza, no es culpa tuya. ¿Sabes? Aquel día, con las matemáticas, no pude ayudarte, pero déjame que lo haga ahora. Ella entonces sonrió levemente, y evadiendo mirarle a los ojos por vergüenza le dijo –Realmente no es por eso, es solo que...- a ella le costaba mucho termina y él agarrándola la mano la dijo- Dime- Ella miro hacia su mano y como él se la había acariciado y como con fuerzas renovadas prosigió diciendo- Pues que después de pasara aquello, nunca más te volví a hablar, pero en realidad siempre quise hacerlo. Solo que tenía miedo de que te volviera a hacer daño. Él sonrió y la dijo –No te disculpes, no fue culpa tuya.- Ella para acabar simplemente le dijo-Lo siento- Él no contesto y solamente la volvió a acariciar la mano, ella bajo la mirada al notar el contacto y después levantó la mirada para volver a verle y le sonrió, una de esas sonrisa que son como si te hubieras quitado un peso que llevaba demasiado tiempo sobre  tus hombros. Él volvió a su silla para sentarse mientras la pregunto -¿Sabes dónde está? -Ella negó con la cabeza y contesto –Discutimos y se marcho. Él entonces dijo-Vale, entonces ahora mi compañero y yo le esperaremos en tu casa, hasta que regrese.- Y sin decir nada más ambos se levantaron y ella por primera vez en mucho tiempo tuvo una sensación de seguridad.

Los tres estaban sentados en el salón, ella, él y el su compañero policía. Llevaban ya varias horas esperando sin apenas hablar, ella y él solían cruzarse miradas en las que no estaba muy claro si tenían miedo, o estaban contentos. Entonces, se escucho algo tras la puerta de la calle, y una llave comenzó a introducirse en la cerradura, ella se puso muy nerviosa. Los tres se levantaron mientras la puerta se abría. Se abrió y allí estaba el que hasta hace no tanto era el chico de los puños de acero y que ahora era un hombre. El hombre de los puños de acero al ver a los dos policía dijo mirándola a ella-¿Qué coño pasa aquí?- y fue entonces, cuando casi ni siquiera había terminado de hablar se percato de que conocía a uno de esos dos policías y gruñendo enfadado grito –Tú otra vez- Él entonces, con algo de miedo le dijo –Estás detenido- El hombre de los puños de acero en instante cogió una pequeña figura metálica que había en un mueble a la izquierda y con él golpeo al segundo policía que aun no había abierto la boca en la cabeza dejándolo inconsciente en el suelo. Esté cayo inconsciente casi en el acto. Él saco su pistola de la funda y cuando iba apuntarlo para intimidarlo noto como un objeto le golpeaba en el hombro dejando caer la pistola al suelo. El hombre de los puños de acero aprovecho el momento para abalanzarse sobre él, pero ella cogió la figura y golpeo al hombre de los puños de acero mientras decía –Esta vez no te lo voy a permitir-  mientras ambos forcejeaban, el hombre de los puños de acero se resintió por un momento pero no lo suficiente para que él pudiera reducirle ya que apenas podía mover el brazo por el golpe en el hombro y al final acabo en el suelo. Ella mientras tanto al ver como el hombre de los puños de acero se acercaba retrocedió pero este la golpeo dejándola tendida sobre sofá. Él al ver como la golpeaba se levanto y dejando el miedo que al principio tenía, se abalanzo sobre él con rabia y lo golpeo con fuerza varias veces gritando –No voy a permitir que la vuelvas a tocar, hijo de puta-. Su compañero se levanto desorientado y al verle a él golpeándolo se acerco rápidamente y lo empujo diciendo –Déjamelo a mi.- Entonces el policía le coloco las esposas- Y él se acerco a ella, que estaba llorando y abrazándola la consoló.
El policía ya había subido al coche al hombre de los puños de acero, él estaba con ella frente a la puerta y la dijo –No te preocupes, no volverá a hacerte nada, ahora tengo que irme.- Ella rápidamente le dijo –No, quédate conmigo, por favor- él simplemente pudo asistir con la cabeza.

Y así fue, como él se quedo en aquella casa hasta que llego el día en que empezó a llamarla hogar. Él entonces comprendió que por muchos puños de acero que tuviera, no era más que el hombre del corazón cobarde, y ella comprendió que nunca es tarde para pedir ayuda, que siempre te pueden ayudar pero, sobretodo, que el amor de verdad, no duele.

@RubenCalvo8

martes, 24 de noviembre de 2015

Apagar el sol.

Me he dado cuenta de que tengo muchísima suerte,
porque he tenido la oportunidad de conocer
a una de esas personas que te hacen comprender
que la nostalgia no son momentos si no eso, personas.

Tengo muchísima suerte
porque los momentos no vuelven
pero a veces, las personas sí.

Y es que al final,
todos queremos que nos echen de menos,
pero nadie hace nada por demostrarlo.

Así que nos hacen andar por calles
que ni siquiera conocemos,
de ciudades que ni esforzándonos recordamos.

Estar si ti, es como deambular por el desierto,
muriendo de sed y calor
esperando que alguien llegue
y apague el sol.

Que no sé si es lo bueno o lo malo
pero tengo más riesgo de naufragio
en tú orilla que en los océanos de otras,
y eso supongo que significara algo.

La verdad es que incluso hoy 
que hay gente que bendice a dios antes de saltar por los aires,
que  nos hemos acostumbrado a vivir con un poco de miedo.
todos los míos siguen teniendo que ver contigo,
o mejor dicho sin ti.

Así que si tú me apagas el sol,
yo, te arropo el invierno.

@RubenCalvo8

viernes, 13 de noviembre de 2015

La chica que no me aguantaba la mirada.

Hay gente que es especialista en entrar a la pata coja, romper tu rutina y dejar claro que no va a ser otra más en tú vida. Y luego esta esa gente que agacha la cabeza, que se pone las manos frente a los ojos cuando la miran, que es más difícil de comprender que un domingo de luces apagadas.

Y luego la vida te sorprende, y aquella que entraba a la pata coja todos los sábados por la noche acaba saliendo de ellos por una puerta secundaria porque la grande la tienen reservada a una chica que cierra los ojos con fuerza y quiere desaparecer mientras avanza.

¿Quién me iba a decir que aquella chica de la camiseta de Batman sería más mala que algunas mafias? La única capaz de robarle el anillo a Gollum y para luego collejear a Frodo. Capaz de salvarte de palizas que ella misma te buscaba.

Así es ella, y eso que como he dicho agachaba la cabeza cuando la miraba. Y ahora que ya ha pasado un tiempecito desde que me aguantas la mirada déjame decirte una cosa.

No tenía pensado encontrar a una amiga como tú en un sitio como éste, pero Toledo sin ti, no sería Toledo.

@RubenCalvo8