viernes, 29 de mayo de 2015

Poeta.

Puede que muchos no consideren esto poesía, es más estoy seguro que yo no soy poeta, no sé si soy un loco que juega a hacer poesía o simplemente uno cuerdo que cuenta lo que vive. La verdad es que hay que estar muy loco para tratar de hacer poesía, para guardar con palabras aquello que te quieres sacar del cuerpo, sí del cuerpo, que yo no estoy tan seguro que los sentimientos se guarden solo al lado izquierdo del pecho, que cuando te veo él se acelera, me cuesta respirar, pienso poco o demasiado, la voz se trastabilla y los ojos van solos persiguiéndote. Sé que esto es más cosa de fisionomía y esas otras ciencias, que son ellas las que te enseñan cómo funciona eso que no comprendes, pero creo que de eso, los poetas saben también un poco, que es que la poesía quizás tan solo sea aquello que estudia lo que el cuerpo siente, pero claro, yo no soy poeta.

Que no sé si es que yo también estoy al borde del naufragio como Loreto Sesma en aquella habitación 338, o que a yo también siento inviernos sin sol cuando me ahoga la distancia como a Escardar Algeet o es que quizás yo también me torturo preguntándome “¿Que es poesía?” como Bécquer, pero probablemente esto que yo hago tan solo sea encadenar palabras porque recordar que yo no soy poeta.

Ellos hacen que las letras tengan formas, que las frases dibujen rostros, y además uno diferente para cada uno y que por cada estrofa salga una historia. Unos escribieron hace mucho, otros hace no tanto, y aun hay gente que escribe, pero eso da igual, porque como ya dijo el más grande, “podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía”, y es una suerte porque yo no soy poeta.


@RubenCalvo8

miércoles, 27 de mayo de 2015

Gracias autodestrucción.

La ciencia habla del ciclo de la vida como si fuera lo más básico que ha existido. Nacemos, crecemos, nos relacionamos y finalmente morimos. Ojala fuera tan fácil, ojala solo hubiera esas variables,y ojala solo eso fuera mi ecuación, pero hay que tener en cuenta la amistad, esos amigos que nos ponen un aprieto a veces o que nos dan oxigeno otras, el amor de tus padres y como te asfaltan el camino para que no caigas, y por supuesto, el amor a ella, sobre todo el amor a ella.

Era ese niño feliz en que nunca había salido de su zona de confort que pensaba que tan pronto como los problemas vienen, se van, pero, siempre llega un momento en el que no se van, en el que te tienes que aprender a buscarte la vida y fue entonces cuando me volví aquel chico inseguro, lleno de complejos y que se enumeraba los reproches al oído, que no se aguantaba la mirada al espejo por no gustarle el reflejo pero es que entonces te conocí. Sonara a tópico, a que es la misma historia de siempre por otro loco contada, sonara a que estoy tirando de inventiva para rellenar otro escrito pero es que es verdad te conocí y me salvaste.

Llego ese punto en el que das cuenta de que te encanta, de has encontrado ese algo que sin tener porque ser especial, te hace que tú te sientas así. Llego ese punto en el que el chico lleno de complejos no podía creerse que algún día le pasará a él con ella, no a ese chico del espejo. Y llego ese punto en el que te miras a él, al maldito espejo y le sonríes con sorna, te podas las hojas secas, esas que te hacen crecer torcido y por una vez crecer hacia arriba, hacía el cielo, hacia las estrellas, hacia ella.

Hoy soy ese chico que no tiene miedo, que contra un ejército de gigantes podría enfrentarse, que se mira al espejo y se hace colega del reflejo. Te conviertes en ese que sueña con la grandeza y cree que su destino está escrito en las zonas oscuras que separan las estrellas, que deja de tener sueños para tener metas, que sabe que todo se puede si todo se quiere, que sabe la suerte que tuvo, al ver aquel barco en la lejanía lleno de sonrisas cuando se encontraba en pleno naufragio.

Hemos corrido gritando “banzai” con los reproches,  hemos estado dispuestos a estrellarnos como kamikazes en periódicas despedidas y nos hemos hecho el harakiri con regresos fuera de línea. Fuimos mucho más que dos simples conocidos, fuimos la autodestrucción hecha rutina. Pero todo se acaba, todo pasa y todo cambia, eso dicen, hoy estoy escribiendo ese escrito que jamás pensé que escribiría. No vengo para decir que nos volveremos a cruzar, esta vez no hay esquinas de Madrid que valgan, ni que el futuro nos volveremos a encontrar, ni siquiera que este es un punto y aparte para descansar de la historia, coger aliento y continuarla más adelante, este es el final, el punto y final. Hoy estoy dejándome las pulsaciones de cuando me mirabas entre las teclas, a ver si por fin consigo despistarlas, hoy he decidido que está es la mejor forma de avanzar y dejar todo atrás. He pensado en despedirme de una manera especial, de alguna manera que no hiciera pensar que mañana hablaría de ti otra vez. Hoy simplemente vengo a decirte, a escribirte que gracias, que hoy soy yo por alguna vez haber sido más tú que yo y por tú tener esa mala costumbre de mejorar todo lo que tocas. Hoy me tengo que agradecer ser quien soy a mí, pero la verdad es que no sería justo que no nos repartiéramos el merito.

Ella ha sido toda mi autodestrucción, pero dicen y creo que con razón, que a veces hay destruir para construir. Gracias a ti, por ser tú, por enamorarme a mí.


@RubenCalvo8

martes, 19 de mayo de 2015

En dirección: Tus labios.

Siempre habrá besos perdidos, miradas lejanas, versos inacabados y escritos como este. Siempre habrá alguien llorando por amor, o por la falta de él,  habrá gente refugiada entre las sabanas por la resaca que les dejo París. Habrá distancias que sea más fácil medirla en reproches y en orgullo que en metros o kilómetros.  Habrá poetas llorando besos y caricias en tinta porque siempre habrá amor o mejor dicho la falta de él.

Siempre habrá dos que al mirarse encuentran sentido a eso de sentir “ese no sé que, qué yo que sé”, siempre habrá miradas que encuentren toda la física y  toda la química posible y  hasta toda la jodida tabla periódica en esa pupila e incluso gente que acabe acostumbrándose a dormir con vistas a la Torre Eiffel por poder despertar a su lado. Lo bonito es que siempre habrá amor o incluso la falta de él.

 Porque lo, realmente, bonito es cuando al tenerla delante nos llega ese olor a “amor de mi vida” que nos echa pa´ alante, para adelante en dirección sus labios, aunque a veces nos toque quedarnos firmes y  fingir que no la vemos, que no la oímos y que por supuesto no percibimos su olor.

@RubenCalvo8

miércoles, 13 de mayo de 2015

Las culpas.

Dicen que son los pequeños detalles los que enamoran, como aquella vez que me buscaste con la mirada y me dijiste una tontería de las nuestras, como tú solo sabes hacer, y yo decidí seguirte el juego de las tonterías encadenadas, y entre tontería y tontería te mordiste el labio, que ya sé que me decías que nunca sucedería, que tú no lo sentías, que probablemente no te diste ni cuenta, que no lo hiciste para enamorarme ni para fastidiarme, pero, coño, lo hiciste.

Que eres una asesina, que lo amores matan, o eso al menos se comenta y tú me disparabas felicidad a quemarropa sin ningún tipo de compasión, tanta que no había quien la digiriera, tanta que me desbordaba y como todo lo que sube baja, yo caía siempre después, como caen las hojas en otoño, con la melancolía con la que se posan en el suelo deslizadas por el viento, recordando cuando estaban allí arriba, en lo más alto, con el resto de sus compañeras. Siempre quise hacer de eso que sentía un amor perene, sí, ya sabes, uno de esos que no caiga que esté siempre arriba.

Que  lo siento, que  no es por echarte la culpa de todo, pero recuerdo el día en que me enamoraste, recuerdo que aquel día tú también sonreíste primero, te acercaste, me sonreíste y me dijiste “hola”. Sí, un hola y una sonrisa me basta, debo ser el más idiota de todos los que emigran de Marte a Venus para encontrarte, no sé si a ti, pero al menos algo como lo que yo en ti encontré, algo así como un hola con tu sonrisa.

Que la verdad, que es que no creo que tengas la culpa, pero por favor, a mí tampoco me culpes, que motivos para enamorarse tienen muchos, pero yo los tengo todos.


@RubenCalvo8

lunes, 11 de mayo de 2015

La moneda del amor.

Dicen que vivimos en tiempos difíciles, que no hay futuro, a veces que esto nunca cambiara y otras que es el momento del cambio. Hoy en día nos hemos acostumbrado a estar más pendiente de lo que sucede en Bruselas que de lo que ocurre en París. Supongo, que es el momento de hablar de números o de porcentajes y aunque no sé si esto de querer se puede considerar ciencia exacta, hoy intentare escribir en datos.

Te digo, que quiero tener el monopolio de esos besos que tan cuidadosamente te guardas para alguien que los merezca, para alguien que te los pida a gritos mientras te susurra al oído. Hoy no sé en qué punto está el IBEX pero la verdad es que ni siquiera sé decirte donde está el punto de equilibrio para no tropezarme. Comprendo que las crisis vallan por ciclos, con algunas rachas buenas y otras malas, que ahora los créditos sean a corto plazo pero no entiendo porque nosotros también nos empeñamos en sufrir todos los ciclos cuando lo que sentimos no entiende de plazos. También, creo que se ha quedado obsoleto eso de la oferta y la demanda, que aquí cuanto más quieres, menos obtienes, otro mar arruinado por la belleza de sus playas supongo. Además pienso, que es muy complicado encontrar la eficiencia entre los besos dados y los robados, que lo que tú y yo sentimos es como la relación de precio y sueldo, nunca subirá de la misma manera.

Como ya ves hoy pienso y creo demasiado, pero lo que si te diré seguro es que si el amor es el dinero del que siente, aquí mejor que no se emita más moneda.

sábado, 9 de mayo de 2015

Cartas de re-olvido.

Ya ves, hoy estoy aquí como todos los días tratando de olvidarte, o simplemente de no recordarte, aquí ando quejándome de la distancia que nos separa y dando pasos hacia atrás, reculando al compás del miedo, leyendo aquellas cartas de olvido que te escribía cuando trataba de convencerme que eso de poner puntos y finales, enriquecía la historia. Pero es que a quien voy a engañar, eran cartas de olvido, que ponían pasillos largos y oscuros de distancia para separarnos y que así doliera un poco menos pero ya ves, yo sigo dejando abiertas todas las puertas de emergencia posibles para ver si te apetece entrar a encender un par de velas e iluminarlo a besos.

¿Recuerdas cuando escribí sobre caminos, sobre arriesgar y complicarse la vida? Siempre he sido el chico de las metáforas, de hablar de caminos que son vidas, de piedras que son personas, complicaciones a modo de “te quieros”, de precipicios en forma de flechas perdidas de Cupido y de riesgos entre los labios. Cuando simplemente quería decirte que te quedaras conmigo, que nos escapáramos juntos a hacer de un lugar nuestro refugio de miradas indiscretas.

Aquí estoy, observando el contrato de hipoteca de esa casita que tenia a las orillas de tu mirada para los veranos o los inviernos, daba igual, allí era imposible pasar frío, joder, que caro me salió y que poco me arrepiento. Así que aquí estoy, ya ves, como todos los días recordando cómo se nos escapo de entre los dedos aquello que olvidamos firmar a besos.

Así que  ya ves, aquí seguiré llenando de metáforas las cartas de re-olvido, haber si al final encuentro esas palabras que me enseñen cómo se deja de querer.