La
ciencia habla del ciclo de la vida como si fuera lo más básico que ha existido.
Nacemos, crecemos, nos relacionamos y finalmente morimos. Ojala fuera tan
fácil, ojala solo hubiera esas variables,y ojala solo eso fuera mi ecuación,
pero hay que tener en cuenta la amistad, esos amigos que nos ponen un aprieto a
veces o que nos dan oxigeno otras, el amor de tus padres y como te asfaltan el
camino para que no caigas, y por supuesto, el amor a ella, sobre todo el amor a
ella.
Era ese niño feliz en que nunca había salido
de su zona de confort que pensaba que tan pronto como los problemas vienen, se
van, pero, siempre llega un momento en el que no se van, en el que te tienes
que aprender a buscarte la vida y fue
entonces cuando me volví aquel chico inseguro, lleno de complejos y que se
enumeraba los reproches al oído, que no se aguantaba la mirada al espejo por no
gustarle el reflejo pero es que entonces te conocí. Sonara a tópico, a que es
la misma historia de siempre por otro loco contada, sonara a que estoy tirando
de inventiva para rellenar otro escrito pero es que es verdad te conocí y me
salvaste.
Llego
ese punto en el que das cuenta de que te encanta, de has encontrado ese algo
que sin tener porque ser especial, te hace que tú te sientas así. Llego ese
punto en el que el chico lleno de complejos no podía creerse que algún día le
pasará a él con ella, no a ese chico del espejo. Y llego ese punto en el que te
miras a él, al maldito espejo y le sonríes con sorna, te podas las hojas secas,
esas que te hacen crecer torcido y por una vez crecer hacia arriba, hacía el
cielo, hacia las estrellas, hacia ella.
Hoy
soy ese chico que no tiene miedo, que contra un ejército de gigantes podría
enfrentarse, que se mira al espejo y se hace colega del reflejo. Te
conviertes en ese que sueña con la grandeza y cree que su destino está escrito
en las zonas oscuras que separan las estrellas, que deja de tener sueños para
tener metas, que sabe que todo se puede si todo se quiere, que sabe la suerte que
tuvo, al ver aquel barco en la lejanía lleno de sonrisas cuando se
encontraba en pleno naufragio.
Hemos
corrido gritando “banzai” con los reproches, hemos estado dispuestos a estrellarnos como
kamikazes en periódicas despedidas y nos hemos hecho el harakiri con regresos
fuera de línea. Fuimos mucho más que dos simples conocidos, fuimos la
autodestrucción hecha rutina. Pero todo se acaba, todo pasa y todo cambia, eso
dicen, hoy estoy escribiendo ese escrito que jamás pensé que escribiría. No
vengo para decir que nos volveremos a cruzar, esta vez no hay esquinas de
Madrid que valgan, ni que el futuro nos volveremos a encontrar, ni siquiera que
este es un punto y aparte para descansar de la historia, coger aliento y
continuarla más adelante, este es el final, el punto y final. Hoy estoy
dejándome las pulsaciones de cuando me mirabas entre las teclas, a ver si por
fin consigo despistarlas, hoy he decidido que está es la mejor forma de avanzar
y dejar todo atrás. He pensado en despedirme de una manera especial, de alguna
manera que no hiciera pensar que mañana hablaría de ti otra vez. Hoy
simplemente vengo a decirte, a escribirte que gracias, que hoy soy yo por
alguna vez haber sido más tú que yo y por tú tener esa mala costumbre de
mejorar todo lo que tocas. Hoy me tengo que agradecer ser quien soy a mí, pero
la verdad es que no sería justo que no nos repartiéramos el merito.
Ella
ha sido toda mi autodestrucción, pero dicen y creo que con razón, que a veces
hay destruir para construir. Gracias a ti, por ser tú, por enamorarme a mí.
@RubenCalvo8