miércoles, 27 de mayo de 2015

Gracias autodestrucción.

La ciencia habla del ciclo de la vida como si fuera lo más básico que ha existido. Nacemos, crecemos, nos relacionamos y finalmente morimos. Ojala fuera tan fácil, ojala solo hubiera esas variables,y ojala solo eso fuera mi ecuación, pero hay que tener en cuenta la amistad, esos amigos que nos ponen un aprieto a veces o que nos dan oxigeno otras, el amor de tus padres y como te asfaltan el camino para que no caigas, y por supuesto, el amor a ella, sobre todo el amor a ella.

Era ese niño feliz en que nunca había salido de su zona de confort que pensaba que tan pronto como los problemas vienen, se van, pero, siempre llega un momento en el que no se van, en el que te tienes que aprender a buscarte la vida y fue entonces cuando me volví aquel chico inseguro, lleno de complejos y que se enumeraba los reproches al oído, que no se aguantaba la mirada al espejo por no gustarle el reflejo pero es que entonces te conocí. Sonara a tópico, a que es la misma historia de siempre por otro loco contada, sonara a que estoy tirando de inventiva para rellenar otro escrito pero es que es verdad te conocí y me salvaste.

Llego ese punto en el que das cuenta de que te encanta, de has encontrado ese algo que sin tener porque ser especial, te hace que tú te sientas así. Llego ese punto en el que el chico lleno de complejos no podía creerse que algún día le pasará a él con ella, no a ese chico del espejo. Y llego ese punto en el que te miras a él, al maldito espejo y le sonríes con sorna, te podas las hojas secas, esas que te hacen crecer torcido y por una vez crecer hacia arriba, hacía el cielo, hacia las estrellas, hacia ella.

Hoy soy ese chico que no tiene miedo, que contra un ejército de gigantes podría enfrentarse, que se mira al espejo y se hace colega del reflejo. Te conviertes en ese que sueña con la grandeza y cree que su destino está escrito en las zonas oscuras que separan las estrellas, que deja de tener sueños para tener metas, que sabe que todo se puede si todo se quiere, que sabe la suerte que tuvo, al ver aquel barco en la lejanía lleno de sonrisas cuando se encontraba en pleno naufragio.

Hemos corrido gritando “banzai” con los reproches,  hemos estado dispuestos a estrellarnos como kamikazes en periódicas despedidas y nos hemos hecho el harakiri con regresos fuera de línea. Fuimos mucho más que dos simples conocidos, fuimos la autodestrucción hecha rutina. Pero todo se acaba, todo pasa y todo cambia, eso dicen, hoy estoy escribiendo ese escrito que jamás pensé que escribiría. No vengo para decir que nos volveremos a cruzar, esta vez no hay esquinas de Madrid que valgan, ni que el futuro nos volveremos a encontrar, ni siquiera que este es un punto y aparte para descansar de la historia, coger aliento y continuarla más adelante, este es el final, el punto y final. Hoy estoy dejándome las pulsaciones de cuando me mirabas entre las teclas, a ver si por fin consigo despistarlas, hoy he decidido que está es la mejor forma de avanzar y dejar todo atrás. He pensado en despedirme de una manera especial, de alguna manera que no hiciera pensar que mañana hablaría de ti otra vez. Hoy simplemente vengo a decirte, a escribirte que gracias, que hoy soy yo por alguna vez haber sido más tú que yo y por tú tener esa mala costumbre de mejorar todo lo que tocas. Hoy me tengo que agradecer ser quien soy a mí, pero la verdad es que no sería justo que no nos repartiéramos el merito.

Ella ha sido toda mi autodestrucción, pero dicen y creo que con razón, que a veces hay destruir para construir. Gracias a ti, por ser tú, por enamorarme a mí.


@RubenCalvo8

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