Ya
ves, hoy estoy aquí como todos los días tratando de olvidarte, o simplemente de
no recordarte, aquí ando quejándome de la distancia que nos separa y dando
pasos hacia atrás, reculando al compás del miedo, leyendo aquellas cartas de
olvido que te escribía cuando trataba de convencerme que eso de poner puntos y
finales, enriquecía la historia. Pero es que a quien voy a engañar, eran cartas
de olvido, que ponían pasillos largos y oscuros de distancia para separarnos y que
así doliera un poco menos pero ya ves, yo sigo dejando abiertas todas las puertas
de emergencia posibles para ver si te apetece entrar a encender un par de velas
e iluminarlo a besos.
¿Recuerdas
cuando escribí sobre caminos, sobre arriesgar y complicarse la vida? Siempre he
sido el chico de las metáforas, de hablar de caminos que son vidas, de piedras
que son personas, complicaciones a modo de “te quieros”, de precipicios en
forma de flechas perdidas de Cupido y de riesgos entre los labios. Cuando
simplemente quería decirte que te quedaras conmigo, que nos escapáramos juntos
a hacer de un lugar nuestro refugio de miradas indiscretas.
Aquí
estoy, observando el contrato de hipoteca de esa casita que tenia a las orillas
de tu mirada para los veranos o los inviernos, daba igual, allí era imposible
pasar frío, joder, que caro me salió y que poco me arrepiento. Así que aquí
estoy, ya ves, como todos los días recordando cómo se nos escapo de entre los
dedos aquello que olvidamos firmar a besos.
Así que ya ves, aquí seguiré llenando de metáforas
las cartas de re-olvido, haber si al final encuentro esas palabras que me
enseñen cómo se deja de querer.
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