domingo, 7 de junio de 2015

Guerra submarina.

Queda poco, y  nunca fuimos nada, hemos dejado hundirse el barco en el que supuestamente íbamos a ser felices tú y yo. No sé si hemos chocado contra un iceberg enorme hecho íntegramente de miedos, o que en realidad otros barcos nos ha atacado, el caso es, que estamos hundidos.

Me gustaría hablar de cómo mis dedos subían por tus muslos como si fueran explorares buscando un tesoro perdido, o como mi boca a la vanguardia te iniciaba la guerra todas las noches, o de nuestros tratados de paz cuando te llevaba el desayuno a la cama después de nuestra batalla, pero no sería verdad, nunca he podido contarte los lunares, ni he explorado tu cuerpo, ni si quiera mis labios ha podido abrir fuego contra tu piel.

Todo sería una mentira, si contara esta historia como si hubiera sido algo, no fue nada o casi nada, fue la confianza que mutuamente nos teníamos. Yo confiaba en ti porque sabía que nunca me atacarías a mala fe y tú creo que también confiabas en mí, no voy a aventurarme a decir porque, pero confiabas en mi.

Nos hemos hundido antes de ni siquiera haber batallado en uno de los camarotes, solo fuimos la confianza que nos teníamos. Pero, confianza es lo que necesito el inventor del submarino, confianza y algo de mala fe para intentar hacer la guerra bajo el agua, para pensar que los barcos hundidos aun pueden sobrevivir para presentar batalla, supongo que  todo vale en el amor y en la guerra, así que ¿Qué te parece si ésta vez luchamos con submarinos?


@RubenCalvo8

No hay comentarios:

Publicar un comentario