Cojo
el vaso, y lo lleno de hielos para asegurarme no tener noticias de tu
calor, me preparo la primera copa y la bebo rápido para no darte
tiempo a aparecer entre los hielos. Me apresuro y voy a por la
segunda para que si apareces no te pille en mis pensamientos, y así
avanza la noche con el llanto de los hielos contra los cristales de
los vaso. Voy por la séptima copa y ya sé que está noche no vas a
aparecer, me he pasado con la medicación y ahora llevo embriaguez de
corazones rotos. Y es mejor así, porque como cojones voy a explicar
sereno que te vi caminar sobre los sueños sin tener parentesco con
Jesucristo, como cojones se puede explicar sereno que convierta todo
el agua en vino por no poder rozar tus piernas, como cojones se puede
explicar sereno que todas las noches violo mi bandera blanca al
repetir esa ultima cena en la que te echara de menos y es que como
cojones puedo explicar que eres el incumplimiento perpetuo del 9º
mandamiento. Voy por el undécimo y solo he conseguido ver triple, el
triple de miradas tristes, de sonrisas caídas por el suelo y de
sentir el triple de peso sobre mis hombros. Dejo sobre la barra el
rey de copas, esa carta que habia guardado bajo la manga desde que te
marchaste, justifico mi ludopatia y me juego tu recuerdo con una mano precaria y una
ultima copa.
Tengo
una orquesta en la cabeza, me continua pesando demasiado la mirada y
me cubro el pecho con las sabanas a modo de armadura evitando la
flechas de ultima hora. Avanza el minutero seguida de su hija la
pequeña al compás que marca el mecanismo, me levanto de la cama con
los dos pies al tiempo para evitar eso del pie izquierdo, me acerco a
la mesilla y cambio mi carta escondida por el dos de copas para que
si nos vemos podamos beber juntos pero lo justo para no perdernos.
@RubenCalvo8
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