sábado, 11 de abril de 2015

Aquella chica del acento extraño.

Eran días tranquilos, en los que nunca pasaba nada, en el que corazón tan solo es eso que la ciencia llama órgano, era como repetir ese mismo juego una y otra vez hasta que deja de ser divertido.

Pero, aquella mañana sonó el despertador y él se marchó hacía la universidad como cualquier otro día, saludo a sus compañeros en la puerta de su clase, como cualquier otro día pero es que, entonces la vio, caminando hacia la puerta de la clase y no pudo dejar de mirarla, no pudo seguir escuchando lo que su entorno decía. Ella se quedo parada en la puerta dudando sobre entrar, miro a su alrededor y entonces vio a aquel chico que la miraba sin pestañear, se acerco a él y le pregunto –Perdona, ¿es aquí la clase de Segundo? Él la contesto mirándola a los ojos –Si. Ella le dio las gracias y se dispuso para entrar en la clase, él entonces reacciono y la dijo –Oye, espera, eres nueva ¿no? Ella le asintió con la cabeza con una media sonrisa y volvió a hacer el amago de entrar pero él fue rápido y la volvió a preguntar – ¿Y de dónde eres? Ella le iba a contestar pero entonces el profesor entro por la puerta y ella le dijo – Valla… ¿Entras? El se sentó y vio como ella se sentaba varias filas más atrás. Pasaban los minutos y sin saber porque él no dejaba de pensar en las cosas que no sabía de ella y ella no dejaba de arrepentirse de no haberse atrevido a sentarse a su lado. Él intentaba prestar atención a la clase pero no era fácil, porque la explicación estaba frente a sus ojos, pero su interés estaba a su espalda, de vez en cuando, giraba la cabeza sin darse cuenta y la miraba durante un segundo y ella a veces le miraba de reojo y otras hacia como si no se hubiera dado cuenta. Aquella clase termino y empezó otra, y todo seguía igual, con dos que se tenían demasiada curiosidad.

Las clases acabaron, y ella se levanto para marcharse, paso a su lado le miro de reojo y dejo escapar una media sonrisa, a él le llego su sonrisa, valla que si le llegó, valla si le llego aquella sonrisa de la chica del acento extraño. Él termino de recoger rápido pero cuando quiso levantar la cabeza ella ya había salido por la puerta y le dijo a sus amigos –Me adelanto ahora nos vemos. Sin esperar la respuesta salió en su busca y la dijo con una sonrisa –Oye. Aun no me has contestado ¿de dónde eres? Ella que se había girado sonriendo aliviada, al escucharle le contesto – Eso es porque haces demasiadas preguntas, mira hacemos una cosa, cada vez que nos veamos te contesto una pregunta. ¿De acuerdo? Él no supo como tomárselo y le contesto solamente –Bueno vale, y ¿Cómo te llamas? Ella no pudo contener una risa de esas que son como si estuvieras viviendo algo que nunca se volverá a repetir y dijo –¿Entonces que como me llamo o que de donde soy?   Él al ver su risa, sonrió, una de esas sonrisas que son como el orgullo de estar consiguiendo eso que deseas. –Bueno, pues empecemos por de dónde eres. Ella le miro a los ojos y le contesto – Soy argentina. Él entonces sonrió y la dijo solamente – Lo sabia… Tu acento. Y ella le sonrió y le dijo –Bueno, entonces hoy has malgastado tu pregunta, se rió y dijo,  bueno pues hasta la próxima vez chico preguntón. Él le devolvió esa sonrisa, y aquella despedida.

Ella siguió su camino y él lo hizo unos pasos más atrás de ella con sus amigos, salieron de la universidad uno tras otro y se separaron en una de las calles, cada uno tomando su camino. Ella pensó en aquel chico preguntón, y él pensaba en aquella chica del acento extraño, aquellos dos que ni siquiera conocían sus nombres, eso a él le desconcentaba y le dejaba con demasiadas ganas de que se volvieran a ver para hacerle su nueva pregunta. Paró un momento pensando, se sonrió y le dijo a sus amigos –Perdonar, se me ha olvidado unas cosas, iros. Mañana nos vemos. Entonces desando lo andado, y subió esa calle por la que ella se había marchado, a toda prisa, las calles se dividían y no conseguía encontrarla, miraba hacia un lado y otro a punto de rendirse, pero decidió intentarlo una vez más y cogió otra de las calles al azar.  Y entonces la volvió a ver.

Corrió hasta ella, ella al escuchar los pasos se dio la vuelta y le vio y entonces sonrió, una de esas sonrisas que es como si aquello que deseabas estuviera ocurriendo y le dijo – Valla, chico preguntón, ¿como otra vez por aquí? Él al verla sonreír y oírla decir esas palabras se rio, una de esas risas como si estuvieras viendo algo que nunca volverías a vivir y la dijo –Bueno, es que aún no me has dicho tu nombre. Ella le volvió a sonreír y le recordó – Habíamos hecho un trato ¿eh? Él entonces se sonrió, como si esperara exactamente esa pregunta y la contesto –Bueno nos hemos vuelto a ver tras cinco minutos ¿no? Ella entonces soltó una carcajada y le contesto –Esta bien chico preguntón, tú ganas. Miro a su alrededor que estaba lleno de gente que paseaba ajenos a ellos, le volvió a mirar y le dijo – Pero al oído, que no me gusta y es muy raro y no quiero que nadie lo oiga. Él asintió sin verle demasiada lógica pero feliz por haberlo conseguido y ella contenta por haber conseguido lo que quería, estar un poquito más cerca de él, aunque sea por tan solo un instante, se acerco a su oído y se lo susurro. Él puso una cara algo rara y la sonrió, ella le volvió a decir - Bueno y aunque te has ganado lo de señorito preguntón, si me dices tu nombre podre dejar de llamarte así. Él la sonrió y le contesto – De eso nada señorita del acento extraño, ahora te toca a ti quedarte con las ganas. Además no esta tan mal eso de chico preguntón… ¿Cuánto tiempo vas a estar aquí? La pregunto, ella frunció el ceño y le dijo –Te tengo que recordar el trato. Él entonces le cerró los ojos con sus manos y la suavidad de ese que toca un tesoro, ella permaneció con ellos cerrados y él la beso en los labios, después la dijo  -Ahora ábrelos, vuelve a verme y así podrás contestarme.

Y entre ratos con los ojos abiertos y cerrados fue como el chico preguntón y la chica del acento extraño se conocieron, se besaron y se quisieron al rato de que le destino los cruzara. Se lo preguntaron todo y está vez, si se respondieron todo, con besos a veces otras con palabras, eso no los importaba.

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